El herbicida glifosato está diseñado para eliminar las hierbas perennes. Es absorbido por las hojas, es decir, no es absorbido por la semilla ni las raíces, por lo que se supone que no esteriliza el suelo a largo plazo. Está formado por un químico llamado aminofostato y una porción de glicina. Para la agroquímica, su descubrimiento fue uno de los más importantes de este siglo. Rápidamente se convirtió en el herbicida de mayor consumo por que puede aplicarse de diferentes formas, facilitando la tarea del agricultor. Además, es utilizado en más de cincuenta cultivos agrícolas, mantenimiento de canales, intervención de bosques, mantenimiento de jardines domésticos y tratamiento post emergencia del follaje y granos.
El glifosato es el herbicida más usado por agricultores
Este herbicida fue descubierto en los años setenta por un químico empleado para el laboratorio norteamericano Monsanto. Luego, la compañía lo patentó, monopolizando y concentrando su venta, para luego convertirse en el más vendido del mundo.
En los últimos años, estudios científicos han hecho saber que la agroindustria modifica algunas semillas para poder resistir a éste herbicida. Es decir, algunos cultivos han sido modificados genéticamente para resistir el glifosato. Uno de ellos es la soja transgénica, propiedad de la misma Monsanto, que produce el glifosato. Desde los sectores concentrados se dice que no está comprobado que dañe la salud humana, pero tampoco hay pruebas de que su introducción no produzca alteraciones en el equilibrio natural del ecosistema.
El éxito de la soja transgénica alentó a los agricultores a modificar otras semillas. Por eso existe el maíz, canola, algodón y sorgo modificado en el mercado, ya que todos poseen una gran demanda por parte de la industria.