La piel sufre un desgaste constantemente como consecuencia del paso de los años, agresiones del clima, enfermedades, fatiga, mal humor, maltratos entre otros.
La finalidad de los cuidados estéticos es contrarrestar el deterioro y lograr la prolongación de la juventud durante el mayor número de años. Es imposible evitar el envejecimiento, pero podemos retrasar y mitigar sus efectos.
Así como la mujer de 20 años tiene la belleza que le ha dado la naturaleza, la mujer de cuarenta tiene la que ha sabido ganarse con su forma de vivir.
Para lograr este resultado y poder establecer programas de cuidados prácticos y eficaces es preciso preguntarse:
¿Qué clase de piel tengo?
No todas las pieles son iguales, y en su estructura y funcionamiento intervienen factores individuales de herencia, sexo, clima y edad.
Piel normal: Es aquella que la secreción sudoral y sebácea se encuentran perfectamente equilibradas, la formación de la emulsión percutánea se produce con toda normalidad, y por consiguiente, la piel se halla bien protegida presentando mayor resistencia frente a los agente externos. La piel normal es lisa, fina, aterciopelada y elástica. Para realizar un tratamiento estético se recomienda en las mañanas limpiar con tónico analcohólico y leche, luego debes aplicar una crema hidratante acorde a tu pH, preferiblemente de piel seca o sensible. En las noches limpiar de nuevo y realizar exfoliación facial 2 veces por semana también puedes aplicar mascarillas.
Piel grasa: Se trata de una piel que presenta hipersecreción sebácea, que puede ser discreta o exagerada. Su aspecto es brillante, grueso y áspero ya que mantiene los poros dilatados. Se recomienda limpiar con tónico astringente y leche en las mañanas y luego colocar crema tonificante para regular la cantidad de sebo. En las noches, se debe lavar de nuevo la cara y aplicar crema reparadora a partir de los 30 en adelante o sino crema tonificante, también debes realizar exfoliaciones, mascarillas de arcilla o tomar germen de trigo, levadura de cerveza enriquecida con zinc, o aceite onagra.
Piel alípica: Significa falta de lípidos lo que quiere decir falta de grasa. La piel se halla indefensa a los agentes exteriores. La piel alípica suele ser mate y pálida, se deshidrata con facilidad y cuando esto sucede podemos calificarla como piel seca ya que carece de sebo y agua.
Piel deshidratada: Al igual que la piel alípica, la piel deshidratada es seca y se arruga con facilidad, gracias a que las glándulas sebáceas no producen una cantidad normal de sebo y no tienen la propiedad de retener el agua, con lo que tampoco llega a formarse una emulsión epicutanea. La piel deshidratada se descama y es áspera.
Para ambos tipos, tanto la piel alípica como la piel deshidratada, es necesario limpiar con tónico analcohólico y leche, luego debes colocar un poco de suero hidratante anti-edad, seguidamente de crema hidratante para piel seca o sensible y en las noches limpiar de nuevo la piel, así como también es recomendable rociar agua de rosas por el rostro dos veces al día, ya que este tipo de piel tiene carencia de agua. Además, realizar exfoliación una vez a la semana y aplicar mascarilla de pieles secas o sensibles.
Piel mixta: Siempre la secreción sebácea es más abundante en el centro del rostro, pero en ocasiones existe una notable diferencia entre esta zona central, grasa, y el resto, que puede ser alípica o deshidratada. Para realizar un tratamiento, se debe iniciar por evitar sustancias demasiado emolientes, que son (las responsables de relajar y ablandar las partes inflamadas) o demasiado astringentes, que son (las que producen sequedad y contrición). Se aconseja limpiar la piel con leche y tónico analcohólico por la mañana, después es recomendable aplicar crema tonificante para regular la secreción sebácea en la zona central y mantener la piel hidratada. En las noches debes limpiar la piel y colocar crema tonificante agregando gotas de suero hidratante anti-edad, para combatir la deshidratación. Por otra parte, debes exfoliarte la cara una vez a la semana, insistiendo en las zonas más grasas, después se aplicará mascarilla de arcilla para absorber la grasa o realizar el tratamiento con aceite de onagra y levadura de cerveza enriquecida con zinc.
Teniendo en cuenta estos consejos aprenderás a conocer las características de tu tipo de piel y a cómo realizarte tratamientos acordes a la misma, logrando óptimos resultados sin tener reacciones desfavorables.