Amortiguación, una palabra clave en el mundo de las zapatillas. Parece lógico pensar que suavizar el impacto del pie es una buena idea, pero no siempre ha sido así. Durante décadas la amortiguación era una característica al mismo nivel que el agarre o la estabilidad, pero fue en los setenta cuando empezó a ocupar un lugar importante en el desarrollo del diseño y también en el modo de vender zapatillas.
De repente las marcas de zapatillas peleaban por tener la amortiguación más esponjosa, la más reactiva, la más duradera. ¿Qué estaba pasando?
El principal culpable; el jogging, o por decirlo de otro modo, la popularización del correr, que en los setenta pasó de una actividad física exclusiva para atletas a un modo de vida. Ya no solo necesitaban zapatillas de deporte los escuálidos atletas que peleaban por ser olímpicos, también corredores populares con necesidades distintas. Y entre esas necesidades estaban la amortiguación.
Además, en Estados Unidos ocurría un fenómeno contrario al país origen del jogging, Nueva Zelanda. En Estados Unidos se corría en asfalto, en cualquier lugar que permitiera la ciudad, mientras que en Nueva Zelanda se hacía por campos y senderos, más blandos. Las marcas europeas fabricaban lo que sus corredores necesitaban, zapatillas con buen agarre, al estilo neozelandés.
Los diseñadores de adidas se preguntaron quién podía necesitar amortiguación mientras corría. La respuesta era sencilla, todos los que corrían por asfalto, que en los setenta comenzaban a ser la mayoría.
Desde entonces las marcas se han enzarzado en una carrera por encontrar la mejor amortiguación posible, aunque la historia de la innovación comenzó antes.
– La primera zapatilla de running de Nike fue la Cortez, que ya avanzaba algunas ideas de la marca. El jogging, convertido en una moda, había lanzado a las calles a miles de americanos con un único objetivo: ponerse en forma corriendo. Las zapatillas de estos miles de corredores debían ser diferentes a las de los atletas porque sus necesidades eran muy distintas, incluso su forma de apoyar el pie en el suelo lo era. A ritmos lentos los corredores populares necesitaban amortiguación en el talón, por lo que Nike colocó ahí una pieza extra de espuma EVA.
– Nike se convirtió en una de las marcas asociadas al jogging, por eso no les sorprendió cuando a finales de los setenta apareció el ingeniero Frank Rudy para proponerles su nueva idea; una cápsula de aire en la mediasuela que debía absorber los impactos de una forma más ligera y duradera que las habituales espumas. La primera zapatilla con AIR apareció en 1978 en los pies de algunos afortunados en el maratón de Honolulu y fue un completo éxito. Desde entonces la amortiguación ideada por Frank Rudy se ha convertido en el standard con el que se mide cualquier nuevo sistema.
– Antes de que Onitsuka Tiger se convirtiera en Asics ya tenía una importante relación con la innovación. En 1982 la Onitsuka X-Calibur presentaba la tecnología Air Flex, canales cortados en la mediasuela que proporcionaban una mayor flexibilidad, adaptando la pisada y mejorando la amortiguación.
– En 1984 adidas lanzó el Peg System, un nueva idea disponible en varios modelos, aunque asociado generalmente a la LA Trainer. Pequeñas piezas intercambiables de distintas densidades que es introducían en la mediasuela para ajustar la amortiguación a las necesidades de cada corredor.
Variaciones de la misma idea aparecieron en la Rising Star (una mediasuela compuesta de piezas intercambiables) y APS (una llave exterior cambiaba la densidad de la mediasuela).
– En 1987 Asics descubre el Gel, un compuesto que tres décadas después continúa apareciendo en muchas de sus zapatillas. Centrado en la absorción de impactos, ha evolucionado para unir a su poder de amortiguación cierta estabilidad.
– Desde la primera Tailwind Nike había intentado colocar el máximo aire posible. En 1987, para llegar al máximo, abrieron ventanas al exterior, provocando que fueran visibles. Comenzaba así una nueva era, en la que la amortiguación se colocaba en el verdadero centro de la innovación. Y no solo debía funcionar, debía ser visible.
– A mitad de los noventa Nike comienza a investigar con fibras entrelazadas que absorben el impacto de un modo menos voluminoso que el aire. Llamado en principio Tensile Air, se convirtió pronto en Zoom y apareció en Spiridon, Alpha y modelos asociados a la velocidad.
– DMX era la apuesta dinámica de Reebok. Distintas cápsulas entre las que se comunicaba el aire para situarse en el lugar deseado en cada momento.
– Irremediablemente unido a los años 2000, Shox parecía la respuesta estable a la amortiguación. Prometía guiar la pisada evitando rotaciones y giros, aunque su verdadero impacto fue más visual que funcional.
– De vuelta al rendimiento Nike apostó por Lunarlon, un compuesto un 30% más ligero que el phylon y con la misma capacidad de reacción. En adidas usaban adiprene y adiprene+, dos materiales con nombre parecido pero con características opuestas, uno absorbe el impacto y el otro impulsa. Parece que la era de los sistemas de amortiguación espectaculares había pasado.
– Posiblemente la última de las revoluciones (hasta ahora) sea Boost, un compuesto desarrollado por BASF que consiste en pequeñas células con amortiguación propia que se unen para formar una mediasuela hiperamortiguada. El último ejemplo, adidas UltraBoost 2019, la nueva actualización.
– Nike ha puesto sus esperanzas en React, un nuevo tipo de espuma que ofrece más amortiguación y retorno de energía. Además, está construido de modo que puede variar sus características en distintas zonas, por lo que se estudia un patrón de movimientos para cada zapatilla.